
Salud
Convulsiones
Una crisis epiléptica es una alteración eléctrica repentina e incontrolada del cerebro que puede provocar cambios en el comportamiento, el movimiento o la consciencia. Las crisis pueden variar en gravedad y duración, desde breves lapsus de conciencia, miradas fijas, hasta convulsiones de cuerpo entero. En algunos casos, los ataques pueden producirse como parte de una enfermedad continua, como la epilepsia, mientras que en otros pueden desencadenarse por factores temporales.
¿Por qué es importante para las personas con DI/DD?
Las crisis epilépticas pueden ser especialmente difíciles para las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo, ya que pueden tener dificultades para comunicar sus síntomas, experimentar los desencadenantes de las crisis o gestionar las secuelas. Las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo también corren un mayor riesgo de sufrir complicaciones derivadas de las crisis, como deterioro cognitivo y angustia emocional.
PREVENCIÓN
- Circunstancias que pueden provocar un ataque: Las convulsiones pueden desencadenarse por diversos factores, como hipertensión grave, fiebre alta, consumo de drogas, privación del sueño, bajada de azúcar, abstinencia de alcohol, cambios hormonales, luces intermitentes, estrés emocional, sobrecalentamiento y deshidratación.
- Evite los desencadenantes conocidos: Ciertos factores como las luces intermitentes, sonidos específicos, la menstruación en las mujeres o el alcohol pueden desencadenar convulsiones.
- Conozca sus señales de advertencia: Algunas personas pueden presentar signos de advertencia previos a la crisis (aura), como mareos, un sabor extraño o entumecimiento. Reconocer estas señales permite a las personas prepararse alejándose de los peligros o buscando ayuda.
- Ducharse en lugar de bañarse: Los accidentes relacionados con el agua pueden ser mortales si se produce una convulsión en la bañera. Es más seguro que las personas con riesgo de convulsiones se duchen, y el uso de una silla de ducha puede ayudar a reducir el riesgo de caídas.
- Cuidado con el calor: El calor extremo y la deshidratación pueden aumentar el riesgo de convulsiones. Los cuidadores deben asegurarse de que la persona se mantenga hidratada y evite el sobrecalentamiento.
- Practique una buena higiene del sueño: La falta de sueño puede aumentar el riesgo de convulsiones. Establecer un horario de sueño regular y garantizar un descanso adecuado es importante para prevenir las convulsiones.
- Tratar la fiebre: La fiebre alta, especialmente durante una enfermedad, puede desencadenar convulsiones. El tratamiento inmediato de la fiebre, especialmente en personas con trastornos convulsivos conocidos, puede ayudar a reducir este riesgo.
- Controlar el estrés: El estrés puede desencadenar convulsiones en algunas personas. También puede contribuir a otros factores de riesgo de convulsiones, como la deshidratación o la falta de sueño.
- Apoyo con medicación: Los medicamentos anticonvulsivos son importantes para reducir la frecuencia de las convulsiones. Es vital asegurarse de que los medicamentos se toman según lo prescrito.
- Documente todas las convulsiones: Llevar un registro detallado de cada convulsión puede proporcionar información valiosa para un neurólogo o profesional sanitario. Incluya detalles como la hora, la duración, el tipo de crisis y cualquier posible desencadenante o señal de alarma. Esta documentación ayuda a ajustar los planes de cuidados y a identificar patrones para una mejor gestión.
Conviene saber
Complicaciones de las crisis epilépticas
- Angustia emocional: Las personas con epilepsia o trastornos convulsivos pueden tener un mayor riesgo de depresión o ansiedad debido a la imprevisibilidad y el miedo asociados a las convulsiones.
- Deterioro cognitivo: Las convulsiones frecuentes o prolongadas pueden contribuir a la pérdida de memoria o a problemas cognitivos con el tiempo.
- Estado epiléptico: Estado en el que un ataque dura un periodo prolongado o se producen varios ataques sin recuperación intermedia. Esto requiere una intervención médica inmediata.
Seguridad en la atención a las convulsiones
- Busque ayuda médica cuando sea necesario: Después de una convulsión, si el individuo no respira, ha sufrido una lesión importante o si es su primera convulsión, es necesaria atención médica inmediata (llame al 911).
- Reconocer los peligros de la situación: Ciertas actividades pueden ser más peligrosas para las personas con trastornos convulsivos. Por ejemplo, las escaleras u otras zonas elevadas deben vigilarse cuidadosamente para evitar caídas durante o después de una crisis.
- Vigilar los riesgos ambientales: Es crucial identificar los peligros potenciales en el entorno que podrían provocar lesiones durante una convulsión. Los cuidadores deben estar alerta ante el riesgo de caídas, choques con muebles o atropellos, y realizar los ajustes necesarios en el entorno para reducir los riesgos.
- Prevenir el atragantamiento o la aspiración: Las personas pueden vomitar durante una convulsión, lo que aumenta el riesgo de asfixia o aspiración. Los cuidadores deben saber cómo poner a la persona de lado de forma segura y evitar introducirle nada en la boca durante una convulsión.
- No sujete: Sujetar a una persona durante una convulsión puede provocar lesiones. Es importante evitar sujetar a la persona o restringir sus movimientos, ya que esto puede desorientarla más y causarle daños.
Rastreador de convulsiones: Diario de crisis epilépticas
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